Resumen:

En este artículo se reporta un brote de Enfermedad de Aujeszky (EA) en la especie canina, con prurito facial focal severo, como signo clínico cardinal.

Una rehala de trece perros de caza mayor y edades comprendidas entre 2 y 9 años mueren de forma natural o son eutanasiados, entre los cuatro y siete días posteriores a una jornada de caza, en la que todos participan en el ataque a un jabalí en Ourense (Galicia, España). Los primeros síntomas clínicos son inquietud, diarrea, vómitos y episodios de un intenso prurito facial focal; agravándose en las horas posteriores con hipersalivación, debilidad, taquipnea, temblores y crisis convulsivas. El prurito facial focal, es el signo clínico diferencial con otras posibles etiologías, como moquillo, exposición a tóxicos o rabia.

El diagnóstico de EA se obtiene postmorten, mediante la detección de ADN por técnica de PCR convencional en cerebro.

Para demandar la identificación del virus, el clínico debe incluir la EA en el protocolo diagnóstico cuando la historia clínica y sintomatología sean compatibles.

España es un país con programas de control de EA implementados en explotaciones de ganado porcino. En la actualidad, es una enfermedad en vía de erradicación en porcino intensivo. En cuanto a la población de jabalíes, se hacen estudios periódicos de prevalencia que apuntan a esta especie como el principal reservorio en Europa. En la especie canina no hay datos epidemiológicos disponibles al no ser de declaración obligatoria y el único artículo publicado hasta el momento, data de 1998 (1).

Introducción

Se define el prurito como la sensación desagradable que induce el reflejo de rascarse. El prurito no es una enfermedad, sino un signo de una patología dermatológica o neuro-sicológica (2). (2)

La EA o Seudorrabia es una enfermedad infecciosa, provocada por un Herpesvirus Suis tipo 1, perteneciente a la familia Herpesviridae. Este virus infecta el sistema nervioso central y otros órganos en diferentes especies como perros, gatos, zorros, ovejas.. Los suidos son hospedadores naturales y el principal reservorio y las demás especies son hospedadores trampa, provocando siempre la muerte del animal. No se trata de una zoonosis, el ser humano no muestra sintomatología clínica y aunque se han reportado casos de seroconversión, no hay evidencias de replicación significativa del virus en el cuerpo humano (3).

La EA se describe por primera vez, en un perro, en Hungría en 1902. Los perros y gatos pueden infectarse por consumir carne o vísceras crudas de cerdo o jabalí contaminadas y los perros de caza mayor son una población de riesgo, al verse expuestos durante la lucha con el jabalí infectado. El virus penetra a través de las terminaciones nerviosas en la mucosa oral y se propaga hasta el cerebro a través de los axones nerviosos (4).

El periodo de incubación en perros es de 2 a 7 días y la muerte sobreviene en pocas horas desde la aparición de los primeros síntomas. El prurito focal perioral, en el punto de penetración del virus, es el signo clínico más característico.

Descripción del caso clínico

Se presenta a consulta un perro, macho, cruce de raza Griffón, de 7 años. El motivo de consulta es prurito facial focal muy severo, de aparición aguda.

Se trata de un perro de una rehala de 13 miembros, que comparten cacería 7 días antes. Los demás perros mueren o son eutanasiados en el transcurso de los dos días previos a la consulta de este paciente. Los propietarios refieren que además de otros signos clínicos, como diarrea, vómitos, vocalización o disnea, todos los animales comparten un cuadro de prurito facial severo.

A la exploración general presenta una condición corporal de 3/5, temperatura rectal de 38,9ºC (38-39ºC), frecuencia cardíaca de 125 ppm, frecuencia respiratoria de 40 rpm, linfonodos periféricos de tamaño y consistencia normal. La exploración neurológica de pares craneales y espinales inicialmente sin alteraciones. En la observación comportamental se aprecian alternancia de momento de tranquilidad con otros de inquietud y de rascado focalizado en el belfo superior derecho.

En la exploración dermatológica, se observa un parche eritematoso, con excoriaciones y úlceras provocadas por el rascado podal compulsivo.

Se define un cuadro clínico erosivo-ulcerativo por rascado y prurito como signo clínico principal.

En base a la anamnesis y sintomatología descritas, los principales diagnósticos diferenciales son: EA, exposición a tóxicos, moquillo y rabia.

La ingestión de etilenglicol, plaguicidas, herbicidas o metales pesados justifican los cuadros digestivo, respiratorio y neurológico con desenlace fatal. No obstante, la exposición durante la jornada de caza, ocurre días antes a la aparición de los síntomas, solamente los herbicidas pueden desencadenar esta sintomatología retardada y no se encuentra ningún caso descrito de prurito facial por intoxicación.

El virus de moquillo, puede provocar signos digestivos, respiratorios y neurológicos con prurito intenso y automutilación. En este caso es una patología poco probable, tratándose de perros adultos, vacunados y la rapidez con que se suceden y agravan los síntomas.

En un brote de rabia, se observan todos los síntomas descritos. Sin embargo, en este caso no se aprecia una conducta agresiva hacia otros perros y/o humanos, propia de esta patología.

Nuestro paciente permanece ingresado con terapia de sostén, mientras se realizan hemograma y perfil bioquímico completo, con resultados irrelevantes. En el transcurso de las siguientes horas, los periodos de inquietud y rascado son más frecuentes e intensos, desencadenado crisis convulsivas y finalmente se practica la eutanasia.

Ante la sospecha de EA, se informa a la Consellería de Medio Rural y proceden a la recogida del cadáver.

De los 13 cadáveres, se remiten 4 a un laboratorio oficial, donde se les practica la necropsia, análisis de tóxicos y recogida de muestras de diferentes órganos para detección de ADN del virus de EA, mediante PCR convencional, siendo positivo en encéfalo, amígdalas y pulmón. El resultado de análisis de tóxicos es negativo.

Discusión y conclusiones

Los signos clínicos de EA en la especie canina son fácilmente reconocibles pero comunes a otras patologías. El prurito facial localizado es el principal signo clínico diferencial y en nuestro caso, está presente en todos los pacientes. Según la literatura, el prurito aparece solo en un 18 a 57% de los perros enfermos, por lo que su ausencia no descarta la enfermedad(5).

El clínico debe conocer la existencia de esta enfermedad y obtener una historia clínica completa incluyendo el entorno y hábitos del animal; ante la sospecha, demandar la identificación del virus para confirmar el diagnóstico postmorten. Se llega al diagnóstico por aislamiento del virus, inmunohistoquímica o PCR, siendo el cerebro el órgano de elección para evitar resultados falsos negativos. La titulación de anticuerpos, únicamente es de utilidad en la especie porcina; en las demás especies el cuadro clínico evoluciona muy rápido y no se produce seroconversión.

Los perros de caza de jabalí son una población de riesgo y se han descrito casos de forma esporádica en EEUU, China y varios países del Este de Europa. También los paseos incontrolados de los perros de compañía por el monte, pueden suponer un riesgo. Otra forma de contagio para los carnívoros domésticos es la alimentación con carne y vísceras crudas de cerdo o jabalí. Esta práctica puede resultar en la diseminación de la enfermedad entre los animales domésticos (6).

Debido a la ambigüedad de los síntomas está infradiagnosticada; tenerla presente en nuestros diferenciales, hacer declaración a los organismos oficiales y confirmar el diagnóstico, nos permite ayudar a evitar brotes en la cabaña porcina.

Bibliografía

  1. Quiroga, M.L., Nieto, J.M., et al.: Diagnosis of Aujeszky´s disease virus infection in dogs by use of immunohistochemistry and in-situ hybridization. J.Vet.Med. 1998; A (45): 75-81.
  2. Kirsten, G., Prélaud, P.: Cutaneous manifestations of neurológical diseases: review of neuro-pathophysiology and diseases causing pruritus. Vet. Derm.2005.(16): 137-146.
  3. CFSPH: The Center for Food security & Public Health, Iowa State Univer- sity and Institute for International Cooperation in Animal Biologics, Iowa State University, 2017.
  4. Kotnik T., Suhadolc S., Juntes P., et al.: Case report of a Pseudorabies (Aujeszky’s disease) in a bitch. Slovenian Veterinary Research, 2006. 43 (3):143-145.
  5. Hawkins, B., Olson G.: Clinical signs of Pseudorabies in the dog and cat: a review of 40 cases. Iowa State University Veterinarian. 1985. Vol. 47 (2): 7.
  6. Lejune, J., Hancock, D.: Public health concerns associated with feeding raw meat diets to dogs. Vet Med Today: Public Veterinary Medicine. JAVMA. 2001. 219 (9):1222-1225.

Elena Diéguez Ordoñez

Hospital veterinario Abros

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